domingo, 12 de junio de 2011

La lectura es un factor determinante del éxito o fracaso escolar (Poder de leer. Autor: Mabel Condemarín)

Las siguientes son algunas de las principales razones: En los primeros años, la enseñanza del código absorbe un tiempo importante de los profesores interesados en aplicar estrategias basadas en la inmersión
de sus alumnos en el lenguaje escrito y en el dominio de los procesos visuales, auditivos y articulatorios
propios de su aprendizaje. Este esfuerzo se justifica ampliamente cuando los profesores observan la alegría
y el incremento de la autoestima que experimentan sus alumnos, cuando descubren que pueden
“descifrar” significativamente un medio de comunicación y expresión tan importante para su desempeño
presente y futuro. Cuando los alumnos se convierten en lectores independientes, su familiarización con los textos impresos no sólo enriquece su vocabulario y estructuras gramaticales, sino que también aumenta su competencia ortográfica. Las palabras dichas o escuchadas tienen múltiples identidades semánticas, gustativas, olfativas, visuales, pero carecen de identidad gráfica y ortográfica. El escuchar la palabra “manzana” puede despertar asociaciones tales como “puré de manzana”, “manzana verde” o “la manzana de Blanca Nieves”; también puede dibujarse la palabra, pero para escribirla con z, es indispensable haberla visualizado en su forma manuscrita o impresa. Dado que la ortografía no es lógica sino histórica,
y que su identidad gráfica y ortográfica no aparecen en su forma oral, se requiere ser un buen lector
para dominarla. En la medida que los estudiantes van ascendiendo de nivel, los contenidos temáticos de las distintas áreas de estudio aumentan en variedad y cantidad, de manera que ellos no pueden ser trasmitidos sólo oralmente por el profesor, ni retenidos en la memoria de largo término, con sólo escucharlos o visualizarlos en un video. Así, progresivamente, la lectura se va convirtiendo en la principal fuente de información para el estudiante interesado en procesarla en profundidad. A diferencia de la lectura literaria, destinada especialmente a disfrutarla durante el tiempo libre, el real aprendizaje de los contenidos informativos va dependiendo del volumen de lectura realizado por el estudiante y de su procesamiento pausado y paciente, a través de activar sus conocimientos previos, leer y releer con detención, subrayar las
ideas y detalles relevantes, hacer resúmenes, esquemas u organizadores gráfico del texto, consultar notas,
detenerse a pensar. Así, la lectura enriquece y estimula intelectualmente al estudiante. Al leer comprensivamente, no sólo es un receptor de la información, sino que enriquece el texto gracias a sus propios aportes. A medida que va leyendo, va anticipando los contenidos, forjando sus
propias hipótesis, confirmándolas o descartándolas; también razona, critica, infiere, establece relaciones, saca sus propias conclusiones. Todo esto se traduce en una poderosa estimulación intelectual que repercute en el aprendizaje en su totalidad. Quien más lee, está más “alerta” y en mejores condiciones para enfrentar nuevos desafíos intelectuales. Por otra parte, la lectura intensiva, ya sea de textos narrativos, poéticos o expositivos, enriquece los esquemas cognitivos del lector, los cuales, naturalmente, retroalimentan futuras comprensiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario